Publicado en El Correo Gallego el 21 de noviembre de 2007:
"César Coll Nuez (Ourense, 1954, divorciado, tres hijos) no tiene pelos en la lengua a la hora de hablar de una vocación que, a su vez, es para él una pasión, la arquitectura y sus consecuencias prácticas. La larga entrevista con este arquitecto nacido y afincado en Galicia, pero de raíces valencianas, tuvo lugar en su estudio, ubicado en uno de esos edificios, semejantes a las velas de un barco, que han alterado, por su parte sur, la fisonomía clásica de Santiago de Compostela. Quizá nada mejor que esa modernidad desplegada al aire explique por qué el arquitecto César Coll está en la cresta de la ola.
_ ¿Tiene algún arquitecto de referencia que le haya marcado profesionalmente?
_ Sí, Frank Lloyd Wright.
_ ¿Qué le atrajo de su obra?
_ Frente a la imposición del pensamiento, la calidez casi femenina, en algunos aspectos, de sus viviendas. El otro factor es que trabajó básicamente en el sector privado. Hay una especie de eurocentrismo cultural que no atiende muy bien a otros fenómenos que han pasado en otros sitios en el siglo XX. Pareciera que la arquitectura moderna sólo ocurrió en Europa, y resulta que lo que pasó en Estados Unidos es importantísimo. El rascacielos nació en Chicago o en Nueva York, hay diferentes opiniones, y el centro comercial en Los Ángeles. Esos cambios tuvieron lugar con cincuenta años de antelación sobre Europa.
_ ¿Tiene más que ver con la capacidad de consumo que con el avance de la tecnología?
_ Eso no entro a valorarlo, pero me sorprende que en el planteamiento español no se atienda a un fenómeno tan importante como los centros comerciales. No puedes ignorar que es algo que existe, adonde la gente va a comprar, como existe el automóvil. Frank Lloyd lo expresó muy claramente con una frase, "la escala temporal ha sustituido a la escala espacial". Es decir, hoy en día puedes tardar en llegar a Ames una hora, y cuando abran la autopista tardarás entre cinco o seis minutos. La cultura Europea está ensimismada consigo misma, y la ventaja de la cultura americana respecto a aquella, los dos polos de la modernidad del siglo XX, es que no tiene prejuicios hacia el pasado. Parte de cero, a veces con una facilidad escandalosa.
_ ¿Es esclava del presente?
_ No es esclava del presente. Hay un ejemplo en Chicago de un edificio que se demolió, y los historiadores y los técnicos se limitaron a certificar que el edificio constituía una pieza histórica y se iba a demoler. Pero no se preocuparon porque se demoliera. Yo no defiendo eso, pero el contraste entre las dos posiciones me parece sumamente interesante. ¿Quién es hoy vecino de Santiago?
_ Dígamelo usted.
_ ¿El que vive en O Milladoiro, en Noia, en A Estrada?... Es muy complejo saberlo, porque a nivel urbanístico se han roto una serie de barreras que todavía no han sido superadas por la organización administrativa de los municipios. Las mancomunidades no terminan de funcionar, porque compiten unos municipios con otros y tampoco existe un planeamiento conjunto, en término de área metropolitana. ¿Por qué Hipercor se montó en Santiago? Pues no por Santiago, sino porque hay un área de influencia de 500.000 habitantes.
_ ¿Está proponiendo que el planeamiento se haga a otra escala mayor que la municipal?
_ A mí me da igual que A Coruña sea una ciudad compacta, si luego un funcionario hace todos los días sesenta kilómetros para ir a trabajar a la Xunta, en Santiago. Luego ya no es una ciudad compacta, es una ciudad difusa. Y que la tipología en que viva sea vivienda unifamiliar o vivienda de altura es anecdótico. Los factores han cambiado, como para que no sirvan los criterios que se han venido utilizando hasta ahora.
_ ¿Quién tiene que establecer esos criterios?
_ Podríamos decir la Xunta, y quedarnos todos tan tranquilos. Los tiene que establecer el mercado de la vivienda. El mercado de la vivienda tiene que madurar y empezar a pensar que tiene que resolver los problemas, igual que el mercado del automóvil ofrece coches de mayor calidad, más seguridad y menor consumo en un tiempo de respuesta breve. El mercado de la vivienda sigue unos parámetros obsoletos. La otra parte importante del problema es el valor del suelo. Es escandaloso que la tercera parte del precio de un piso y, por tanto, de una hipoteca, dependa del valor del suelo. A lo mejor en una ciudad como Tokio, dada la fuerza económica de esa metrópoli y su densidad de población, está justificado, pero en ciudades medias, como Santiago o tantas otras, es intolerable.
_ ¿Quién es el responsable?
_ Ha salido una nueva ley estatal que plantea una nueva valoración del suelo. Pero hay que ser muy crítico con la política municipal, desde el establecimiento de la democracia. No ha resuelto los problemas. No es un problema de leyes, porque no vivimos en una sociedad que tenga que hacer caridad de la vivienda, sino ofrecer calidad de vida.
_ ¿Qué importancia le da a la vivienda de protección oficial?
_ Pues yo diría que la vivienda de protección oficial no debería existir. Es decir, si el mercado, regulado por el planeamiento de los ayuntamientos no es capaz de resolver las necesidades de oferta y demanda, es que algo falla. La vivienda de protección oficial no puede ser una especie de componente ideológico de la política, que sirva a un grupo político y no a otro grupo político. Por poner un ejemplo, en Viena se ha dedicado suelo municipal a viviendas de lujo, porque lo que se intentaba era no crear unos barrios lumpen. A mi modo de ver, lo más importante de la legislación española es que haya un tanto por ciento de viviendas de protección oficial en cada promoción. Es decir, que no sólo el inmigrante pueda vivir en el barrio, también los jóvenes podrán vivir en el barrio que viven sus padres. Porque, hasta ahora, los niveles de los precios de la vivienda impedían algo que no ha pasado nunca en la historia del capitalismo, que los hijos de los burgueses no puedan vivir en los barrios de los burgueses. Lo cual es insólito.
_ ¿Para qué, entonces, los planes municipales de urbanismo?
_ Deben prever seriamente (seriamente, no lo que se ha hecho hasta ahora de cuanto más grande, mejor) cuál será el crecimiento del municipio. Los planes de urbanismo deben dirigir la ciudad, porque la ciudad es patrimonio de la democracia municipal. Es un campo de juego cuyas reglas deben ser definidas políticamente, y tener consistencia y profundidad para proponer un tipo de ciudad y un tipo de convivencia. A mí el dilema de más VPO o menos VPO me parece importante en el sentido cualitativo de que haya una proporción de viviendas de protección oficial en el desarrollo más lujoso de cualquier ciudad. La política de vivienda que se siguió, especialmente en Madrid y Barcelona, con la gente que venía a la ciudad, pudo haber generado problemas parecidos a los grandes conflictos interétnicos de las ciudades francesas.
_ ¿A los de los ‘banlieues’ en las ciudades del cinturón de París?
_ En efecto. Y lo que dije se puede legislar urbanísticamente.
_ ¿Qué opinión le merece la Ley de Protección del Litoral?
_ Habrá situaciones desafortunadas, que habría que analizar municipio a municipio, pero es una llamada a la sociedad y a los ayuntamientos de que las cosas no podían seguir así. Y quiero ser, además, muy duro con los ayuntamientos que disfrutan de ese valor añadido que es la costa, porque la costa no es de ellos, es de todos los gallegos, de toda la autonomía, y no pueden especular con ella. Aquí se ha hablado mucho del Prestige, pero hay otro Prestige urbanístico del que nadie ha hablado. No hay más que comparar fotografías de muchos municipios de hace diez años con lo que son ahora: un verdadero desastre.
_ ¿Debe haber un pacto político por el territorio?
_ Debe haber un pacto político por el territorio que implique seguridad jurídica para todos: arquitectos, urbanistas, promotores y ciudadanos. No se puede estar cambiando las leyes cada nueva legislatura. Creo que el Estado de las autonomías trajo un montón de beneficios, pero tampoco me cabe la menor duda de que la pérdida de calidad de la legislación urbanística ha sido provocada por la falta de un lenguaje común entre las disposiciones estatales y las disposiciones autonómicas; no se puede asumir que una comunidad autónoma esté llamando al cáncer de colon dolor de cabeza.
_ ¿Lo de la lucha contra el feísmo fue una cortina de humo para ocultar problemas más graves?
_ Era una primera llamada a elementos formales de la arquitectura, pero no entraba a fondo en criticar la ocupación del territorio. Al final, si yo tengo una casa fea hay veinte mil maneras de modificarla o rehabilitarla.
_ ¿La concepción del Guggenheim de Bilbao como ornamento es trasladable a la Cidade da Cultura?
_ A quien quiera hablar de la Cidade da Cultura le recomiendo que lea el libro de Umberto Eco Apocalípticos integrados ante la cultura de masas. En su momento, el fenómeno Guggenheim fue muy criticado, pero tengo que decir que las mejores exposiciones de arte contemporáneo en España las he visto en el Guggenheim. Si eso se llama franquicia, no me preocupa. Respecto a la Cidade da Cultura, echo en falta un juicio de valor de los prominentes arquitectos españoles, especialmente gallegos, que participaron en el concurso, porque no se puede ser juez y parte, y cuando pierdes el concurso criticar el programa.
_ ¿La Cidade da Cultura debe ser una franquicia?
_ No hay que tener miedo a las palabras, en cuanto pueda venir aquí una exposición del Metropolitan o del MOMA o que una gran institución particular europea ponga aquí su sede. Hay que conseguir que la Cidade da Cultura ofrezca la mejor de las calidades arquitectónicas. Yo recuerdo que Oteiza dijo que el concurso lo había ganado "el proyecto más comprometido". El tema importante para mí es si Galicia tiene ambición de un proyecto de esa escala internacional. Y, como profesional, tengo que decir que la falta de respeto que se ha tenido con Peter Eisenman a mí me produce vergüenza personal."
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